Llega el momento en que se comienza a vociferar la relativa verdad que se clama y al ir juntando adherentes a la causa es precisamente momento aquel para plantearse abandonarla. Todo aquello que se masifica deviene automáticamente en decadente.
Sucede al escuchar la mantrificación hoy en día de la manoseada frase “vivir el presente”, ¡y ya hoy ha de ser superado!, ¿hacia el futuro entonces?
La mirada al pasado ha de ser para intervenir en el futuro aquí en el presente, haciendo del tiempo un eterno condicional que es continuo ¿será por eso que en inglés el humano es “a human being”? ¿Seremos nosotros la máquina del tiempo?
Mirando alrededor y reflexionando sobre algunos acontecimientos que se viven es como si se habitara sobre una cuerda que se tensa y se afloja. Hoy tensa y en estado vibratorio, tan acelerado que pareciese estar detenida y no, es la calma antes de la tormenta y de manera silente la guerra de una historia (quizás histeria), ciencia, estética y pensar que agotó sus posibilidades y hoy toca desordenar las piezas para volver a jugar, para eso pareciese que se ha de tocar fondo, llegar a lo más bajo y así alcanzar lo alto, tal como la oscuridad de la noche es iluminada por las estrellas, de la misma manera esta próxima cultura surgida de una civilización decadente.
Portazo en la cara intelectual de toda la mentira que sin ser vendida ha sido comprada e incluso votada, hay algo de masoquismo en el hombre masa que ha adoptado motu proprio no ser, una máscara, la persona, construcción de construcciones ¡e incluso deconstrucciones!, sociedad lánguida, caprichosa y vanidosa, capaz de detener a millones por una bravata, y peor del otro lado dejar sin que haya atajo, el laissez faire de la jauría.
En fin, a esto le hace falta un poco de ley natural y que vuelvan a florecer por fin los campos hoy baldíos, a pesar de que abunda abono, y no hay dinero para bonos.