A las parcas

Dadme un estío más, oh poderosas,

y un otoño, que avive mis canciones,

y así, mi corazón, del dulce juego

saciado, morirá gustosamente.

El alma, que en el mundo vuestra ley

divina no gozó, pene en el Orco;

mas si la gracia que ambiciono logra

mi corazón, si vives, poesía,

¡sé bien venido, mundo de las sombras!

Feliz estoy, así no me acompañen

los sones de mi lira, pues por fin

como los dioses vivo, y más no anhelo.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *