«Et dimitte nobis debita nostra, sicut et nos dimittimus debitoribus nostris”
Tantas veces se ha escuchado en la oración de la procesión a la víctima por las grandes alamedas acusando a sus victimarios.
Es la nueva feligresía, la religión del ISMO que desde su “púlpito moral” apunta inquisitivamente a todo disidente de su doctrinario dogma, por inverosímil que este sea.
Sin efectuar previo examen de conciencia se adopta el papel de quien ha sido pasado a llevar convertido por esto en “el bueno” (mejor aún si se es mártir) y su otro, el malo…¡ay dualidad cómo aquejas a este mundo tridimensional limitándolo en opuestos irreconciliables! Una real ilusión.
Entre víctima y victimario hay un punto de encuentro es la complicidad, esta el tercero escondido, allí donde los puntos se han topado y es posible apreciarse que se está en ambos roles quien debe y es deudor, quien ofende y es ofendido.
Si, no tengo porque creerte, no tengo porque hacerlo, opta mejor y de manera silente perdonarte y así perdonar, al hacerlo una forma distinta de agradecer, mejorar.
Clama humildad, exceso de vanidad ¿quizás por esto el mundo haya llegado hasta este punto en que nos encontramos acá?
Recordar siempre, quien escribió estas palabras ha vivido más de dos mil años y aún siguen vigente siendo su verdad atemporal y eterna, siendo la mayoría de la población un soplo de vida que se mantendrá hasta que el último conocido muera y no más, pues en polvo te convertirás.