La necesidad, el vacío, el dolor y esto conectado al consumo, al “pertenecer” por sobre “ser” generan el anti ser. La masa, caja de resonancia, eco de los medios. Aquel que no camina, sino marcha, no discute, sino protesta.
Esta incisiva frase tan atemporal refleja el pensamiento acerca de lo individual a través de la pluma de una mujer nada recordada hoy por hoy incluso por quienes, supuestamente, reivindican el rol femenino en la sociedad.
Ha de ser a lo mejor su mirada puesta en el individuo y la búsqueda, ante todo, de la libertad en base al respeto a sí mismo y por consiguiente al otro, quizás por esto no es funcional ni utilitaria y ha de ser también por esto desconocida e ignorada y es esto justamente lo que la hace grande, no estar en serie repetida en estampados adolescentes o banderas que se agitan en medio del amorfo mar humano.
Cada día que pasa ha de hacérsele un homenaje a la paciencia (rayando en la estupidez) del contribuyente que acepta y acepta, pasando así a estar cada día más rodeado, incluso hundido, entre parásitos, los de arriba y los de abajo, hoy entre el estado natural y el de excepción, entre la anarquía y el despotismo.
Sería interesante ver en algún momento una revolución, una en qué se cese con el pago de lo que se impone, dejando aquello que es impuesto, quitando así la teta con la que se engorda a los sátrapas y sus hordas.